Una bola de libros gigantes: eso es lo que ven los visitantes de la Cidade da Cultura de Galicia, el complejo cultural que se levanta en el monte Gaiás, en Santiago de Compostela. La escultura está en un lugar a cubierto, justo al lado de la entrada de la Cantina, y es una de las paradas habituales para hacer una foto de los visitantes (una visita a la Cidade da Cultura lo demuestra). Pero ¿qué es exactamente esa bola de libros?
Singularidade, el nombre con el que ha sido bautizada la escultura, es una de las obras de Alicia Martín, una artista que trabaja con libros. Posiblemente, todos hayamos visto en alguna ocasión una foto de alguna de sus obras: cascadas de libros que salen de las ventanas, libros que emergen desde detrás de las paredes… En el caso de Singularidade, los libros forman una inmensa bola con un agujero en el centro a modo de agujero negro. La escultura formaba parte de una exposición efímera, Inside, en la que hace ya casi dos años invitaron a varios artistas contemporáneos a dialogar con los edificios de la Cidade da Cultura. Singularidade quería invitar a reflexionar «sobre el exceso de información que se vive en la sociedad actual». De hecho, la bola es en realidad un remolino.
Aunque la exposición finalizó (el 16 de abril de 2012), la obra permaneció. «Desde un primer momento se pensó en comprar alguna de las piezas, especialmente aquellas que interactuaban mejor con el entorno», nos explican desde el departamento de comunicación de Cidade da Cultura. Singularidade fue una de esas obras. «Singularidade, o la bola de libros como la conoce todo el mundo, se convirtió en un símbolo más de la Cidade da Cultura, una pieza que está íntimamente ligada al complejo», añade.
Curiosamente, además de hacerse fotos con la bola e intentar descubrir qué libros forman parte de la estructura, los visitantes también escriben en los tomos. Hay desde las clásicas pintadas de Fulanito estuvo aquí, hasta críticas sobre la Cidade da Cultura y comentarios de actualidad. Los libros se han convertido en una versión posmoderna de las puertas de los baños públicos: todo el mundo deja un mensaje. Preguntamos a la Cidade da Cultura sobre si desde un primer momento se pensó en que la gente escribiría o si, por el contrario, está totalmente prohibido (resultado: los libros caen ante el ‘gamberrismo’). «En un primer momento, Singularidad no se concibió como un muro en el que todo el mundo pudiese poner lo que le viniese en gana», nos explican. «Fue algo totalmente espontáneo e inesperado». Cuando empezaron las pintadas y mensajes en los libros, desde el lugar se pusieron en contacto con Alicia Martín, pero la artista lo vio como un «diálogo entre los visitantes y la Cidade da Cultura a través de la bola».