La recolección de datos en algunos de los volcanes más inaccesibles del mundo es una tarea casi imposible. Sin embargo, con la ayuda de drones, los científicos han conseguido dar un salto técnico que les permitirá medir con mayor exactitud las emisiones de CO2 de volcanes activos y comprender su impacto en el ciclo global de carbono.
Una erupción volcánica es una de las fuerzas geológicas más brutales y primarias del planeta Tierra y, como se ha visto durante siglos, sus efectos pueden tener consecuencias devastadoras para su entorno y las comunidades que viven a su alrededor. En la actualidad, alrededor de 500 volcanes expulsan gas hacia el exterior, aportando emisiones de CO2 al ciclo global de carbono.
En la isla de Manam, en Papúa Nueva Guinea, un grupo internacional de investigadores encabezado por la Universidad de Bristol ha abierto una nueva posibilidad para la exploración y la recolección de datos en algunos de los volcanes más inaccesibles del mundo. A partir del uso de drones no tripulados, los expertos han sobrevolado el volcán Manam y han combinado los datos obtenidos con los registros que ya tenían sobre su actividad, abriendo un nuevo abanico de posibilidades para el estudio de volcanes activos de complicado acceso.
El objetivo del Proyecto ABOVE es la implementación de la robótica aérea para monitorizar las emisiones de CO2 y, de este modo, contar con más datos para conocer mejor la actividad volcánica, analizar las emisiones de los volcanes más impenetrables del planeta y, en la medida de lo posible, tratar de predecir posibles erupciones volcánicas con la mayor precisión posible. Además, al emplear drones no tripulados la seguridad de los investigadores tampoco se pone en peligro, un punto clave cuando el punto de mira se centra en salvar vidas.
Las predicciones de la actividad volcánica dependen de muchos factores: la actividad del volcán puede ser inestable y los movimientos de las placas tectónicas de la zona también podrían desencadenar de una erupción imprevista, además de tener en cuenta la cantidad de magma en su interior o las emisiones de CO2 que el propio volcán expulsa. Controlar esas emisiones, además de ofrecer a los científicos otra perspectiva para su análisis, permite conocer cuál es su impacto sobre la salud de las comunidades que habitan en regiones próximas a estos volcanes para que, en caso de ser nocivas, se tomen medidas al respecto.
Tecnología vanguardista para la exploración volcánica
El equipo desplegado en Manam, liderado por la científica Emma Liu del University College de Londres, acaba de publicar los resultados de su estudio en la revista Science Advances, donde aseguran haber dado con un método seguro y eficiente para obtener datos fiables de las emisiones de gases del volcán. Al equipar los drones con sensores de gas en miniatura, espectrómetros y recolectores de muestras, pudieron analizar las emisiones de gas de la cumbre del Manam en pocas horas. También han subrayado que, en volcanes como el de Papúa Nueva Guinea donde la accesibilidad es reducida, los drones son la única manera de obtener esas muestras de forma segura sin que la integridad de los científicos se vea comprometida.
“Los vehículos aéreos no tripulados están cambiando el modo en que los vulcanólogos recolectamos los datos. Nos permiten unas mediciones más seguras, consistentes y desde una distancia más cercana, por lo que se están convirtiendo en instrumentos clave para los científicos a la hora de monitorizar volcanes”, asegura Matthew Watson, vulcanólogo del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bristol.
Foto: Matthew Wordell
Kieran Wood es otro de los investigadores que formaron parte de la expedición a Papúa Nueva Guinea en mayo de 2019. Este científico del departamento de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Bristol trabajó mano a mano con la doctora Liu a la hora de preparar la expedición y, como asegura, los resultados abren una nueva posibilidad para los vulcanólogos de todo el mundo.
“El proyecto ABOVE ha sido el colofón a años de desarrollo y preparación. Unir los objetivos de expertos de todo el mundo, todos ellos con gran experiencia sobre el terreno, ha sido una oportunidad única y emocionante. Estábamos preparados para llevar a cabo la expedición, contamos con la experiencia de expediciones anteriores en las que hemos ido refinando esta tecnología”, afirma el científico.
Calcular el ratio entre las emisiones de azufre y dióxido de carbono de un volcán es crucial para determinar cómo de posible sería una erupción, además de ayudar a los científicos en su tarea de identificar el origen del magma. “El Manam no ha sido estudiado al detalle, pero lo que podemos observar de los datos de satélite es que estaba produciendo emisiones muy fuertes. Los recursos del instituto que monitoriza el volcán en el país son reducidos, el equipo tiene una carga de trabajo increíble y aún así nos ayudaron a la hora de conectar con la comunidad que habita la isla”, añade Emma Liu, autora del estudio.
Foto: Matthew Wordell
Además de la investigación, el equipo llevó a cabo una recaudación de fondos con el fin de comprar ordenadores, paneles solares y la tecnología necesaria para permitir que la comunidad local pueda comunicarse via satélite desde la isla. Esto también ayuda en la comunicación de los planes de evacuación en caso de ser necesarios si el volcán entra en erupción.
“Hace tan solo diez años, tan solo habríamos podido quedarnos mirando y predecir cuáles eran las emisiones del Manam. Si tenemos en cuenta todo el carbono que expulsa un organismo volcánico, es un porcentaje muy pequeño del total de las emisiones del planeta. Si los humanos continuamos emitiendo carbono a la atmósfera, dificultará nuestro trabajo a la hora de monitorizar y predecir posibles erupciones”, añade Alessandro Aiuppa, profesor de la Universidad de Palermo y coautor del estudio.
El ciclo de carbono en la Tierra es uno de los elementos clave a la hora de entender los precursores del cambio climático, por lo que una reducción en la huella de carbono no solo facilitaría el trabajo de la comunidad científica, sino que también daría un respiro al planeta y a todas las especies que habitan en él, incluida la humana.