Una guía para visitar ríos, playas, paisajes, estancias y otros destacados de las Sierras Chicas. Detalles poco conocidos de sus antiguas casonas. Lugares alternativos donde disfrutar de su cocina tradicional.

Salsipuedes

Se llega a Salsipuedes por Ruta Provincial E-53 desde la ciudad de Córdoba. Es un enclave serrano ideal para descubrir entre caminatas, a la sombra de sus arboledas.

El paseo clásico es en torno al río Salsipuedes, que serpentea la ciudad. En el casco histórico se ubica la iglesia Nuestra Señora del Rosario. Unas cuadras hacia el norte por la misma calle se puede seguir bordeando la costanera Burgos.

A través de este camino se arriba al Parque Juan Irós, donde se realizan actividades al aire libre. A pocos pasos aparece una alternativa cultural como La Joyita. Es una casa museo con foco en la vida de la cantante de tango Ada Falcón.

A diez kilómetros del centro se puede visitar el Salto La Estancita. Este rincón tiene una cascada de 13 metros rodeada de romerillos, cocos, algarrobos y molles. Se llega por el Camino del Cuadrado, una vía repleta de panorámicas de las sierras.

De regreso a la urbe, se pueden disfrutar las comidas criollas de “Rancho de Coco”. En plan de aventura se retoma la RP E-53 hacia el norte rumbo al siguiente destino. Como bonus, a mitad de camino se recomienda hacer un parate en el barrio El Pueblito.

Agua de Oro

Caminando a orillas del río Agua de Oro se explora la naturaleza que crece a la par de su curso. Se aconseja visitar el balneario municipal y una estancia que era parte del antiguo Camino Real. Hoy en día lleva el nombre del pueblo y es un punto de interés gastronómico.

Hacia el sur se puede conocer la casona del Hotel San Leonardo, cuyo diseño estuvo a cargo del arquitecto Augusto Ferrari. Allí se presenta la oportunidad de recorrer un museo que celebra su obra y una colección de objetos retro en miniatura, por caso antiguas muestras de vendedor.

En el recinto se observan las clásicas cabezas con clavos de Geniol o la infaltable máquina de Singer, entre muchas otras curiosidades de tinte vintage. Alrededor, se pueden ver algunos de los algarrobos tricentenarios que crecen en torno a la propiedad.

En el hotel funciona un restaurante que propone platos como ravioles crocantes de cabrito braseado. En plan gastronómico, además hay una casa de té donde abundan las delicias locales y otros clásicos de media tarde.

En tanto, en el pueblo se ofrecen chacinados caseros. Los restaurantes presentan menús en los que predominan la trucha y el salmón.

Por otro lado está la opción de conocer las ollas naturales de El Cajón y Cartagena, que se sitúan en torno al nacimiento del Agua de Oro.

La Granja

Unos 6 km al norte de Agua de Oro por la RP E-53 aparece la comuna de La Granja, uno de los diferenciales de las Sierras Chicas. La definen el encanto de sus calles y los senderos que surcan su naturaleza serrana.

Para maximizar el contacto con el entorno se recomienda visitar la Reserva Natural Municipal Tiú Mayú. Junto al río es posible sumarse a una experiencia de senderismo rumbo a las panorámicas del balneario La Toma.

Este camino de arboladas se recuperó tras una creciente, a partir de la contribución de vecinos y autoridades locales. Abarca unos 4 km que transcurren plenamente entre bosques, a la par del agua. Al final, se arriba a un área de camping, con mesas y asadores.

Otro punto ideal para disfrutar del aire puro y la naturaleza es detrás de la colonia Los Polacos, donde el río La Granja se encajona debido a una formación rocosa. Esta particularidad del paisaje da lugar a cascadas y piletones.

Como alternativa se puede visitar la capilla Nuestra Señora de Lourdes. En cuanto a la comida, destacan la parrilla de “El Bosquecito” y las pastas caseras de “Doña Berta”. También hay casas de té como “Las Marías” o “Mil Hojas”.

Ascochinga

Unos 11 km al norte se ubica la localidad de Ascochinga, donde continúa esta propuesta que combina el atractivo de antiguas construcciones con la serenidad de ríos, balnearios y cerros. Se sugiere ir conociendo las postas históricas de la comuna.

Es posible entrar a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, al igual que lo hizo John Fitzgerald Kennedy en 1941. Las crónicas de la época señalan que dejó una limosna de 10 dólares al salir. Hoy en día, una placa de mármol da cuenta de esta singular visita.

La construcción del templo es de estilo neogótico. Tras observar las particularidades de su arquitectura, desde allí se puede emprender una caminata por el barrio Parque.

En el corazón de este paraje, como testimonio del paso del tiempo se mantiene firme un ejemplar de Liquidámbar de más de 100 años. Dependiendo la época del año, es posible apreciar cómo caen sus hojas rojizas, que remiten a una postal.

En los alrededores se pueden probar la parrilla, los ñoquis, sorrentinos e islas flotantes de “Puesto Roca”. Se prosigue rumbo al próximo destino, que espera en el este por RP E-66. Antes, aparece la oportunidad de conocer el hotel “Pueblo Estancia La Paz”.

El complejo posee un jardín de plátanos y algarrobos que diseñó Carlos Thays. El paisajista estuvo en la génesis de grandes proyectos del patrimonio nacional. La propuesta es observar su obra disfrutando de un té con opciones de delicatessen y pastelería artesanal.

Jesús María

La aventura a través de las Sierras Chicas concluye en la ciudad de Jesús María. Los pueblos originarios la llamaban “guanusacate”, que equivale a “bañado”. En la época colonial integró el Camino Real, que enlazaba el Atlántico con el Alto Perú.

El plan incluye profundizar en la tradición local recorriendo la antigua Estancia Jesús María, hoy en día Museo Jesuítico Nacional. Allí se observa cómo se molían las uvas para la fabricación del vino que consumían los religiosos y la bodega en que se almacenaba.

En la casona principal se exponen crucifijos, relicarios e imágenes religiosas de antaño. Hay también una colección de arqueología que explora la cosmovisión de los pueblos originarios desde la perspectiva jesuita.

El trazado histórico continúa rumbo a la Torre de los Cuatro Pétalos. Esta extraña construcción perteneció a Gabriel Céspedes, intendente local entre 1014 y 1918. El sitio ofrece un circuito de realidad aumentada para conocer más sobre sus orígenes.

El viaje llega a su fin en el Paseo de los Artesanos de la Plaza San Martín. Entre los puestos, se percibe el cálido trato de los habitantes de Jesús María mientras se disfruta de obras, recitales y danzas que celebran su tradición.

Imágenes aquí!

Cinco pueblos para conocer las Sierras Chicas de Córdoba – Google Drive

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