Recorrer lugares de Colombia, convocada por la Organización Mundial de Periodismo Turístico, junto a colegas del mundo, ha sido una experiencia que puso en alerta todos mis sentidos, si bien, sabía previamente, que estaba en el segundo país más diverso del mundo, con una multiculturalidad muy rica, donde las etnias aportan sus cosmovisiones, así como los campesinos y los afrocolombianos aportan sus identidades.
Cada región, ciudad o pueblo, nos mostró sus características culturales distintivas y eso contribuyó a hacer aún más variado el panorama que uno encuentra al llegar: paisajes indescriptibles, sabores únicos, la música en el ADN de los colombianos, y la naturaleza, desafiando lo conocido, para sorprenderte, paso a paso.
En cada uno de esos lugares, desde Fenicia hasta Popayán, sin olvidar Cali, Buga, Candelaria y Trujillo entre otros, sentí la hospitalidad, la valoración de nuestro rol de periodistas turísticos y el orgullo por los elementos que son parte de su identidad, que mostraron con amor: sus sabores, su café, su música, su arte.
A través de todo el recorrido, observé algunos elementos, comunes, que considero transversales, a la hora de transmitir lo vivido: la conservación de una marcada identidad, con mucho patrimonio inmaterial, que se transmite de generación en generación y la hospitalidad, tanto de los organizadores, como de los habitantes de cada pueblo que visitamos.
Y lo que más impactó en mi mirada, fue el rol que ocupa hoy, la mujer colombiana en la sociedad. Las vi desempeñando roles variados: alcaldesas, empresarias, guías de naturaleza, avistadoras de aves, chefs, artistas plásticas, poetas, periodistas, músicas, bailarinas, las encontré en las plazas tejiendo sus artesanías, guiando en los museos, a cargo de hoteles y restaurantes, y sobre todo, pude observar muchas mujeres a cargo de su familia, y trabajando.
Conociendo que, históricamente, la mujer ha tenido que afrontar desventajas de todo tipo, en la sociedad colombiana, como en toda América, me propuse saber qué está pasando en la actualidad, en Colombia. Los tiempos están cambiando y desde hace unos años, la mujer ha dado pasos importantes, logrando visibilizar sus roles, en un proceso lento, y en un país en donde las mujeres son el más alto porcentaje de formación técnica, tecnológica y de educación superior.
Pude ver, recorriendo extensas regiones, que el café en Colombia es mucho más que un producto de exportación es un símbolo, una expresión de la cultura, que hoy, las mujeres han convertido en símbolo de resistencia, logrando que, en cada grano, en cada taza, haya un mensaje de paz y esperanza.
La Universidad de los Andes, informa que entre 10.000 y 20.000 mujeres se registraron en el 2014, en tres departamentos cafeteros, tras una crisis en la producción que permitió su ingreso a este gremio de manera oficial, lo que les posibilitó obtener la cédula cafetera. Con la cédula cafetera, decía una de ellas, “yo soy mujer cafetera”, “no sólo la que hace el sancocho”, porque ese hecho de obtenerla permitió que las mujeres campesinas pudieran acceder a la tierra y a los recursos productivos.
Hoy, el 31% de los productores en Colombia, son mujeres, en su mayoría son jóvenes, madres solteras y viudas, y cuyas historias, en muchos de los casos, están relacionadas con el conflicto armado. Son más de 31.900 mujeres de origen campesino, indígena y afrocolombiano que están produciendo hoy el grano en 31 municipios de la región.
El avance ha sido tan significativo que las mujeres hoy están exportando café, sembrándolo, generando proyectos productivos y hasta liderando asociaciones propias. El empoderamiento parece fortalecerse también a través de las formas de organización en las que no solo se mejoró la producción de café, sino se promueve la preservación del medio ambiente y la educación para los más pequeños.
Las mujeres empiezan a contar con un alto control de los recursos y son partícipes de las decisiones de inversión de las fincas. Este modelo más equitativo se da por la alta participación de la mujer en el trabajo productivo, aun manteniendo el trabajo doméstico y comunitario.
Y la muestra más elocuente de lo que sucede en la actualidad, es la realidad de la mujer cafetera, y las acciones de la Federación Nacional Cafetera de Colombia. (FNC). El fortalecimiento de una política de equidad de género dentro de la FNC, generó un nuevo panorama de oportunidades para las mujeres campesinas del nuevo Eje Cafetero Y prueba de ese trabajo de alianza que se viene realizando dentro de la Federación, es la creación, en octubre de 2024, del Comité de Equidad de Género de la FNC, integrado por 16 mujeres líderes gremiales, un hito que refuerza el compromiso del gremio de impulsar la equidad de género en la caficultura. Y ellas, paralelamente, van formando asociaciones y grupos de mujeres, entre ellos pudimos conocer, en nuestra visita a Hacienda Coconuco, a las mujeres que forman el grupo Entre Amigas, Encuentro de mujeres en café del Cauca. ENTRE AMIGAS, es un espacio en el que se reconoce el trabajo y dedicación de las mujeres en el café, desde el Comité del Cauca. (que corresponde al 30%). Allí, se reúnen y comparten, las caficultoras, procesadoras, baristas, exportadoras, tostadoras, catadoras, empresarias o consumidoras, y también eligen el mejor café producido por mujeres.
A través de nuestro periplo, pude ver a la mujer colombiana en distintos roles, y a través de mis lecturas e investigaciones, entendí y visualicé que el desarrollo socioeconómico de las mujeres caficultoras mejora notablemente la calidad de vida de las familias , pues son actores fundamentales en el entorno familiar, social y productivo, y su empoderamiento y autonomía, contribuye a la sostenibilidad de la actividad y a los procesos de reconciliación y paz en cada lugar donde estén presentes, desde la productora a la barista o a la investigadora, todas trabajan para mejorar su calidad de vida y para muchas, eso significa salir de la pobreza.
Ahora, cada vez que llegue a mí el aroma del café y lo viva con mis sentidos, pensaré en las historias de hombres y mujeres caficultores que hay detrás de esa simple taza de café colombiano.