Además de elevaciones rojizas, Cerro Colorado tiene un florido bosque, senderos naturales y una área con pinturas rupestres que resguarda la historia de sus pueblos originarios. Animales, figuras y otros misterios de las cuevas de esta comuna del norte de Córdoba.

Por Felicitas Miranda Gallino

Cerro Colorado obtuvo su nombre debido al color rojizo de las elevaciones que definen su paisaje, entre las que se encuentran el cerro homónimo, el Veladero y el Inti Huasi. Se llega a esta localidad por Ruta Nacional N° 9 en dirección norte desde la ciudad de Córdoba.

Allí también se ubica la Reserva natural y cultural Cerro Colorado. Es un lugar que conjuga los diferenciales geológicos y silvestres que caracterizan a la provincia con el legado arqueológico de los pueblos originarios que habitaron parte de su territorio.

En torno a sus cerros predomina el aura verdosa de un bosque de guayabos. Se trata de un árbol que puede alcanzar los 9 metros de altura, de pequeñas flores blancas que emanan un aroma que consolidan el atractivo escénico del área.

Entre la flora local crecen especies como molle, cardón y manzano de campo. Esta vista acompaña a los visitantes rumbo a otro de los distintivos de este destino cordobés, que es un yacimiento con aleros y cuevas en que se pueden observar pinturas rupestres.

Tesoro arqueológico

En la Reserva Cerro Colorado se hallan miles de pictografías que realizaron los henia y los sanavirones, pueblos originarios que habitaron la región. A través de esta forma de comunicación ambos representaron tanto escenas cotidianas como excepcionales.

La zona se extiende por 3.000 hectáreas. Dentro de sus límites se registraron más de 35.000 imágenes de hasta 2.000 años de antigüedad. Aluden a costumbres, guerras y a la figura del español, entre otros conceptos. Predominan en colores rojo, blanco y negro.

En general remiten a personas y animales, aunque buena parte la ocupan signos que aún no se pudieron descifrar. Otra curiosidad es que a lo largo de los cerros los artistas henia y sanavirones sostuvieron un estilo particular a la hora de dibujar a las personas.

Sin embargo, en el caso de las figuras del español y sus animales domésticos prevalece la búsqueda de un mayor realismo. A la par, entre las representaciones de animales autóctonos se aprecian llamas de cuellos largos, así como felinos y aves realizados mediante la técnica del puntillismo.

Actualmente, entre los cerros habitan mamíferos como el gato montés, zorro gris, zorrino, hurón y cuis. También se avistan aves como jotes, águilas, gavilanes, zorzales, reyes del bosque, picaflores, catitas, perdices, cardenales y el quitilipi o gran búho cornudo.

Un dato de interés histórico es que el escritor Leopoldo Lugones fue quien difundió la ubicación e importancia cultural del Cerro Colorado en 1903. Más tarde, otros estudiosos se dedicaron a ampliar los conocimientos sobre las pinturas rupestres del área.

Excursiones y museos

Se puede recorrer la Reserva mediante las experiencias que ofrecen Setil Viajes y Stylo Viajes. Ambas propuestas parten desde la ciudad de Córdoba. Incluyen almuerzo, opciones de alojamiento y visitas a los aleros y los museos del pueblo.

Por un lado, el Museo Arqueológico Cerro Colorado representa una oportunidad para profundizar sobre la cultura de los henia y los sanavirones. Allí se exhiben piezas y utensilios que utilizaban estos pueblos originarios.

Mientras que la casa museo de Atahualpa Yupanqui resguarda la vida y obra de este exponente musical. En “Agua Escondida”, que es el nombre original de la propiedad, el artista se retiraba a descansar tras los viajes que realizaba a diferentes lugares del mundo.

Es posible recorrer esta residencia junto con una guía para descubrir el significado detrás de cada objeto personal, fotografía y elemento que se expone. Se trata de una colección de piezas que da cuenta de su legado musical y de su paso por esta región.

Entre los objetos de la muestra destacan la guitarra de Atahualpa, un cuadro pintado y autografiado por Benito Quinquela Martín, partituras, libros y discos de época. Otro plus de la casa museo es que permite acceder al sendero “El Silencio”.

Es el sereno camino que el cantautor recorría en búsqueda de inspiración. En el circuito se observan piedras con leyendas que remiten a sus canciones y que invitan a imaginar cómo era su proceso creativo en conexión plena con el entorno.

Por último, otros hitos de Cerro Colorado incluyen los alrededores del río Los Tártagos y el arroyo Los Molles, la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe y el Camping de Guelo, que posee cabañas y propone sumarse a asados en compañía de sus dueños.

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