Ubicado en la Provincia de Corrientes, en el noreste de la República Argentina, el ecosistema conocido como Esteros del Iberá debe su nombre a la laguna homónima situada en la zona centro oriental de este inmenso sistema de humedales. La palabra Iberá está formada por dos vocablos de la lengua Guaraní: ¨Î¨, agua, que antepuesto a ¨berá¨, brillante, en su traducción al castellano expresa al sitio como ¨el agua que resplandece o brilla¨, nombre que supuestamente le dieron sus originales pobladores Guaraníes al observar el brillo chispeante de su superficie.
Los esteros y lagunas del Iberá y los ricos ecosistemas que los componen representan, sin lugar a dudas, una de las áreas biológicas más destacadas de la Argentina. Este enorme sistema de humedales, con una notable diversidad de especies vegetales y animales, constituye en gran parte el patrimonio natural de la provincia de Corrientes. Por eso, con el objetivo primordial de preservarlo y conservar sus recursos naturales, sus internacionalmente reconocidas bellezas escénicas y la biodiversidad de sus ecosistemas, el Gobierno de la Provincia de Corrientes, creó la Reserva Natural del Iberá, el 15 de abril de 1983, por ley 3771. Según ella, sus límites son: al norte, la ruta nacional No 12; al este la divisoria con los afluentes de los Ríos Aguapey y Miriñay; al oeste la divisoria con los esteros, arroyos y afluentes del Paraná y principalmente el Batel-Batelito; y al sur, la continuación de la divisoria del este, que separa el sistema de los afluentes de la margen derecha del Miriñay y al norte del Pay Ubre. Ocupa una superficie aproximada de 13.000 km2, que significa el 14% del Territorio Provincial.
Ciervo de los pantanos
Antiguos cauces, o lechos abandonados del Río Paraná, son en la actualidad la base de esta independiente y compleja red de humedales compuesta por bañados, esteros, lagunas, embalsados y cursos autóctonos de origen pluvial.
El sistema del Iberá está formado por la gran masa de vegetación de los esteros, con gran capacidad de retener agua, y las precipitaciones pluviales, que en la actualidad aportan anualmente entre 1.200 y 2.300 milímetros (teniendo en cuenta un incremento significativo de los niveles de lluvia, producto de un cambio climático general), en interacción, o sea que la mullida capa de vegetación palustre retiene y regula el agua de lluvia que cae sobre su cuenca. De esa enorme cantidad de agua recibida, menos de una cuarta parte deriva hacia el río Paraná, a través del único desagüe superficial del sistema, el Río Corriente. De lo demás se encarga la alfombra vegetal por transpiración metabólica y evaporación directa, favorecida por la relación entre su gran extensión y escasa profundidad.
Iberá es, entonces, una verdadera y eficiente represa reguladora de agua. La complejidad biológica de este sistema alberga una gran diversidad de ambientes y microambientes característicos.
Aproximadamente entre el 20 y el 30 % de su superficie son lagunas bien delimitadas; estos espejos de agua son más de sesenta y alcanzan una profundidad entre dos y tres metros, y las costas en su mayoría están constituidas por embalsados.
Fuente:https://bit.ly/2LyiNSG