Concluyeron las tareas de renovación del Puente de la Mujer. El proyecto incluyó la instalación de tres sistemas especiales de andamios, una solución única propuesta por las marcas Elevare y Pulcrus, de Grupo L. Desafíos y recursos de un trabajo de vanguardia con perspectiva sustentable. Se trata de la primera intervención realizada en la estructura desde 2001.
Buenos Aires, enero de 2023.- Durante el 2022, el Puente de la Mujer atravesó un delicado proceso de renovación. A 21 años de su inauguración, la primera puesta en valor del hito citadino estuvo a cargo de Elevare y Pulcrus, dos marcas de Grupo L, que mancomunaron sus esfuerzos para realizar los distintos trabajos que requirieron de una amplia cuota de innovación y conocimiento, debido a la morfología y diseño del puente.
Dentro del plan de obra, el mayor desafío fue alcanzar los 37 metros de altura de la punta de su mástil. Para superar este reto y abarcar la totalidad de la estructura se instalaron tres sistemas de andamios, dos ubicados en las puntas -sobre rieles- que se desplazaban para pintar la parte lateral e inferior. Y luego un tercero, en la parte central, que comenzó por la punta de la aguja. Este se desarmó por completo y se ensambló nuevamente en el centro de la misma para la segunda etapa y finalmente para terminar en su base. “La complejidad de laobra justamente, fue la geometría del puente y la dificultad de acceso pararealizar el mantenimiento de la aguja, por eso hicimos un trabajo conjunto entrelas dos marcas (Pulcrus y Elevare), sumando el conocimiento y las experienciasde cada una” aseguró el arquitecto Cristian Losada, Director de Obra y Representante Técnico del proyecto por parte de Grupo L.
Respecto a los trabajos, el Gerente de Obras de Elevare, Helmut Kupczyk, explica: “Como no es un puente vehicular, sino de transeúntes, tiene una capacidad de 400 kg por metro cuadrado. Para resolver esta limitación, decidimos construir andamios tipo carro, para poder desplazarnos y cubrir toda la superficie. El ancho de los mismos era de 3m. Completar el proceso de pintado del área abarcada desde ellos llevaba siete días, luego de los cuales se desplazaban otros 3m.”, finaliza. Asimismo, en alusión al armazón central, revela: “Para soportar sus 32 toneladas, hicimos un damero de distribución de cargas sobre el piso de la estructura. Fue una verdadera ingeniería de obra”.
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Elevare -que presta servicios integrales de gestión de proyectos, suministros, construcción, mantenimiento e ingeniería- fue la responsable de las tareas de renovación y embellecimiento que partieron de una iniciativa del Gobierno porteño. Trabajó en forma conjunta con Pulcrus, que se dedica a la limpieza institucional e higiene urbana.
El trabajo de puesta en valor incluyó también la remoción total de la pintura original, algo pocas veces visto, ya que se suele pintar sobre lo existente. “En este caso, la pintura desgastada de la parte inferior fue removida de manera manual para preservar el medioambiente. Luego se aplicó un tratamiento anticorrosivo que permite proteger la vistosa figura de acero. Posteriormente se aplicaron dos manos de pintura epoxi y como terminación, tres capas de pintura poliuretánica blanca brillante”, informa Daniel Cottini, Gerente de Higiene y Servicios Urbanos de Pulcrus.
Además, por primera vez se cambió el piso del puente, para lo que se encontró una solución sostenible y amigable con el ambiente. La renovación se hizo utilizando madera plástica realizada con 100.000 botellas de amor, es decir, botellas de plástico limpias rellenas de plásticos de un sólo uso. Estos materiales los donó la ciudadanía, provenientes de distintos puntos verdes.
El principal objetivo de Elevare y Pulcrus fue ser parte de un proyecto ambicioso que busca preservar esta emblemática construcción de la Ciudad de Buenos Aires. Ambas marcas, además, son las elegidas para realizar el mantenimiento de otros seis puentes porteños.
Orígenes del Puente
El Puente de la Mujer se sitúa en el Dique 3 de Puerto Madero. Su diseño, que representa una pareja bailando tango, estuvo a cargo del arquitecto español Santiago Calatrava, que encaró la construcción como primera incursión profesional en territorio latinoamericano.
Surgió por iniciativa del empresario Alberto González, quien donó seis millones de dólares para materializar el concepto. La estructura fue realizada en Vitoria, España. Comenzó a construirse en 1998 y se inauguró en torno a las instancias definitivas de la crisis de 2001.
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